miércoles, 9 de julio de 2008

Ahí esta la puerta...

Porque el dicho dice: "Mas vale llegar a tiempo que ser invitado". En mi vida laboral, siempre he llegado a trabajos que, en su momento, han sido mi mejor opción. Desde el primero, hasta el actual.


Mi primer trabajo lo obtuve en la universidad. No hablo de la primera vez que di clases; esa historia ya la conté. Me refiero a como el trabajo de profesor llegó así, sin sentir en el momento que estaba listo para tomarlo. Igual que el resto de mis trabajos. No se cual es la causa y el efecto en cada caso; pero creo que es mas profundo de lo que parece, tomé los trabajos porque estaba listo y estaba listo porque los tomé (¡que tal!).


Sin embargo, lo que mas tengo grabado del trabajo en la universidad; fue la manera de que llegó y una anécdota mas. Mi mejor amigo y yo estábamos trabajando en un proyecto que la universidad tenía con la industria. De estar comiendo en la cafetería de la escuela a trabajar en: "un proyecto de $200,000 dólares". Se oye impresionante. Mas impresionante cuando me di cuenta de que algunos de mis maestros (que después fueron colegas y en algunos casos ex-colegas) cobraban el tiempo de las juntas. Que ellos mismos llamaban para poderlas cobrar. En fin; estábamos trabajando en el proyecto y un día nos llaman para asistir a una junta con todos los maestros. Allá fuimos, recuerdo que llegamos 10 minutos tarde (nos avisaron de última hora) y lo primero que escuchamos fue: "entonces, fulano se va a estudiar su maestría y M. se queda dando esas clases y el siguiente semestre zutano se va a estudiar y J.A. se queda dando las clases". Estaban planeando el desarrollo curricular de los maestros, y nosotros seríamos los suplentes y después, quienes iríamos a estudiar.


En eso, dije "oye, pero no me han preguntado" y me dijeron "entonces, ¿no quieres?" y yo dije "bueno, si me gusta la idea", siguiente comentario "entonces no te quejes".


3 meses después, estabamos esperando nuestro primer pago. Como típicos maestros administrando, se les olvidó darnos de alta en la nómina el primer mes y pasó una semana mas en la que estabamos terminando el trámite. Cuando quedó arreglado, empezamos a hacer cuentas respecto a cómo nos iban a pagar el mes anterior. Quedamos que con tiempo extra pero a la hora de hacer las cuentas, nos pagaron solo la mitad de lo que nos debían. Recuerdo que estabamos muy enojados; ya habíamos revisado todas las cuentas y antes de pasar la papelería a nóminas le habíamos dicho a nuestro jefe que tuviera cuidado y que las horas fueran las correctas. No recuerdo que cuento nos quiso dar, pero como estábamos tan enojados al final el también se molestó (no creo que se haya enojado, si se hubiera enojado tal vez nos hubiera corrido) y entonces pronunció su famosa frase célebre: "Pues la verdad muchachos, aquí nadie está a fuerzas; si no les gusta, la puerta está muy ancha (para irse)". Lo cuál tuvo el efecto justo de quitarnos el enojo y entonces crear el logo de la oficina (visto aquí en la foto). (*)


De ahí en adelante, he recordado siempre esta anécdota; aunque no he seguido al pie de la letra el consejo. En muchas ocasiones fuí infeliz con mis trabajos anteriores, como no tengo duda que me pasará igual en este trabajo. Pero el recordarme a mi mismo a mis 21 años, discutiendo con mi ex-maestro, colega y jefe en ese momento me anima a no dejarme de nada. Porque a fin de cuentas, la puerta está abierta.


Hasta luego.

(*) Por cierto, al final si nos pagaron completo, yo me quedé 5 años trabajando allí y mi mejor amigo aún sigue ahí, ¡18 años después!

No hay comentarios: