martes, 8 de julio de 2008

El verano y sus actividades interesantes (¿para quién?)

El día de ayer, mis hijas Pinka y Mediana iniciaron sus actividades de campamento. La verdad no se como sobrevivíamos nosotros cuando eramos niños. ¡Todo un verano sin campamento!

En nuestro caso (mis hermanos y yo) sobrevivíamos saliendo de vacaciones. Mi papá manejaba desde el norte de Sinalo hasta Veracruz. Con posibles escalas en el mismo hotel en Mazatlán (casi siempre al regreso, una noche), Tepic o Ixtlán del Río (porque se hacía de noche y mi papá se cansaba de manejar), Guadalajara, Guanajuato o Celaya (en un par de ocasiones nada mas), México D.F. y Córdoba/Orizaba/Omealca en Veracruz. Sin dejar de lado algunos desvíos para visitar familiares en Tecomán o Colima y Morelia y el ocasional desvío vacacional a Puerto Vallarta o Acapulco.



Cinco semanas de viaje. Que durante el verano que se sentía en Sinaloa era escapar del infierno (40 a 45 ºC); claro que regresábamos en Agosto a para irnos aclimatando, antes de entrar a la escuela. Pero esas cinco semanas eran muy divertidas. Como un campamento móvil.

En Guadalajara llegábamos a casa de mi tía (hermana de mi papá y con quién viví cuando me fuí a estudiar por allá) y nos pasábamos unos 10 días paseando con mis primos y disfrutando el clima (que ya no es lo que era en aquel entonces; cuando salí de Guadalajara, llegaba el termómetro a marcar 38 ºC regularmente). Eso si no ibamos a Colima a ver a otro tío (este hermano de mi mamá), pero hacía mucho calor por allá.

Luego la ciudad de México... De menos uno de los lugares mas interesantes del país. Pero solo para ir de vacaciones. Con tiempo para transportarse de un lugar a otro y llevar a cabo la aventura/reto anual: con un solo boleto del metro, había que visitar TODAS las estaciones del Metro que había. Iniciamos ese recorrido cuando solo había tres líneas (y la línea 3 terminaba en Tlatelolco, donde vivían mi abuela y otra de mis tías paternas), pero la última vez que lo hicimos ya había 7 líneas. Aunque la parte difícil seguía siendo la misma, en la estación Tasqueña (fin de la línea 2) no había un retorno. Si llegabas (al final de la línea...) tenías (legalmente) que salir de la estación y entonces comprar otro boleto para poder regresar. Llegamos a hacer casi de todo. Desde quedarnos en el vagón, utilizar un puente de servicio para cruzar al otro lado de la estación, brincarnos de una escalera a otra, escaparnos de los policías con tal de regresar y no pagar la gran cantidad de $1 peso...

Tampoco faltaba el paseo anual a Chapultepec; con todo y extravío de chamaco o caída al lago. Nunca me pasó a mí, pero todos mis hermanos y algunos de mis primos pasaron por ahí. Las idas al cine (a aquellos cines monumentales como el Diana o el Manacar) y al teatro (relaciono mucho a la ciudad de México con el teatro).

Finalmente, ibamos a visitar al resto de los parientes a Veracruz. Comer como locos y no hacer nada. No había ni televisión. Eso si, se ponían a contar historias de terror, y siendo lo impresionable que soy empezé a dejar de disfrutar esas visitas. Aunque me gustaba mucho platicar con mi bisabuela (llegó a cumplir 100 años poco antes de fallecer) y que nos contara historias de la Revolución (ella tenía cerca de 30 años cuando la Revolución).

El regreso era mas apresurado; y las sorpresas cuando llegábamos a casa no siempre agradables. En dos ocasiones se metieron a la casa y robaron algunas cosas (monedas que coleccionaba mi papá y juguetes de nosotros; eran niños los que entraban) y en una ocasión al regresar nos dijeron que se había muerto nuestro perro (el primer "Rocky", todos los perros en casa de mis papás se llamaban "Rocky" o "Laika"; hasta que llegó "Luna", que fue la segunda de ese nombre, la primera estuvo aquí en Tijuana con nosotros). También era llegar a desempacar y arreglar camas y demás. No nos gustaba llegar al regreso.

En cambio ahora, los niños modernos van de campamento de verano. Por supuesto, las madres que ahora trabajan (aunque hay algunas que no trabajan y mandan a los niños al campamento sin ningún empacho) no tienen el tiempo que nuestras madres tenían (ni la paciencia) para aguantarnos durante dos meses.

Mis hijas empezaron a asistir a un campamento de la Alianz@ Frances@ en Tijuana. Van a aprender un poco de francés y conocer algo de la cultura francesa. A ver si se les quita la percepción que los franceses son "fresas".

Hasta luege.

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